El pasado dÃa 29 de octubre en clase de MetodologÃa estuvimos analizando varios manuales publicados por diferentes editoriales y con diversos fines. Entre otros, uno de los aspectos que analizamos fue cómo se trataban los contenidos culturales. A raÃz de esa clase y de esta entrada de mi compañero Diego Gaete, me estuve preguntando cómo podrÃa representar a la riqueza de culturas que tienen el español como lengua en mis clases. ¿Cómo hablar de culturas que no conozco? Me declaro ignorante de muchos hechos culturales que se dan en otros paÃses de habla hispana, lo siento. SÃ, siempre me puedo (y tengo que) informar, buscar en internet, pero corro un gran riesgo de caer en tópicos. Entonces, solo me quedará informarme por conocidos que hayan vivido (o sean cercanos) a esas realidades culturales. Estamos representando, de nuevo, solo a una parte de la cultura hispanoamericana.
Esta reflexión me hizo pensar que siempre vamos a presentar nuestra visión de la cultura. Elegiremos los temas que tratamos y los que no. Por ejemplo, yo siempre preferiré hablar de GaudÃ, de Picasso, de fútbol, de comida o de cine antes que hablar de toros. Porque no me gustan y porque no creo que sigan siendo un sÃmbolo de España. Y si algún grupo con el que trabajase tuviese muchÃsimo interés en saber más sobre la tauromaquia, seguramente intentarÃa que viesen que a no todo el mundo en España le gustan los toros ni les parece bien que haya corridas. Es decir, yo no les voy a decir qué tienen que opinar ellos, pero tampoco querré que salgan de clase pensando que a todos los españoles nos gustan las corridas.
Por tanto, haga lo que haga, siempre podré ofrecerles a mis alumnos una visión de la cultura hispanoamericana, ya sea por desconocimiento, por preferencias o por tiempo. Pero, ¿realmente podemos aspirar a tratar todas las culturas y todas las visiones culturales en nuestras clases?