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Alternancia constructiva

En el aprendizaje nunca podemos conseguir respuestas definitivas; más bien encontramos nuevas preguntas, descubrimos otras posibilidades que podemos ensayar. El conocimiento se rige en el fondo por la alternancia constructiva; todo puede ser siempre reconstruido.

Salmon, P. (1988) Psycology for Teachers: an alternative approach
(Leído en Psicología para profesores de idiomas de M. Williams y R.L. Burden)

Poco puedo añadir a esta cita que leí hace ya tiempo en el famoso libro de Williams y Burden. La apunté porque me siento muy identificada con esta manera de ver la enseñanza, con la idea del aprendizaje como una alternancia constructiva que, en mi opinión, bebe mucho de los diálogos socráticos. Pero, a diferencia de antes, ahora ya no dependemos del profesor que todo lo sabe, sino que entre todos, profesores (siempre en formación) y alumnos, vamos construyendo un conocimiento que nos lleva a nuevas preguntas. Y así, como diría Buzz Lightyear, hasta el infinito y más allá.

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Hacia un nuevo paradigma educativo

Mi compañero de Máster Alfredo López ha colgado unos vídeos en el blog de EcLEcTIC en los que aparece Sir Ken Robinson y que me han recordado a una cosa que dijo Ernesto Martín Peris el 8 de febrero en clase.

Martín Peris nos advirtió de que no podemos dar por hecho que nuestro estilo de aprendizaje es el más eficaz y con el que mejor se aprende. Cada persona tiene un estilo de aprendizaje personal y esto es algo que hay que tener en cuenta al preparar nuestras clase incluyendo actividades muy diferentes y variadas, porque tenemos que atender a distintos estilos cognitivos. Añadió, además, que la escuela ha sido acusada en muchas ocasiones de excluir a algunas personas que tienen estilos diferentes de aprendizaje. En su opinión, esto no se debe a que el sistema quiera excluir, sino a que los profesores muchas veces no se plantean que el aprendizaje también puede ser eficaz siguiendo otro método. Hay que tener en cuenta que los profesores son personas que han tenido éxito en el sistema educativo y creen que la única manera de tener éxito es siguiendo el camino que ellos han seguido. Por tanto, no se trata de maldad, de querer excluir conscientemente, sino de ignorancia o incluso de rutina.

Esto se relaciona con las ideas de Sir Ken Robinson que afirma que seguimos repitiendo los modelos educativos del a Revolución Industrial y que tenemos que hacia un nuevo paradigma educativo, que él denomina “ecológico”, que humanice más a las personas. Habla de cuestionarnos las cosas que damos por hechas (como que los niños de la misma edad vayan juntos a clase) y buscar una nueva forma de educar que fomente la creatividad y no la memorización de conocimientos enciclopédicos. Además, señala que el fin de la escuela no debería ser el de llegar a la universidad y que se debería potenciar más la pasión por nuestra vocación.

Me parece que es una idea muy buena y muy inspiradora, pero tengo que seguir buscando más para ver cómo podemos llegar a materializarla y cómo aplicarla a la enseñanza de español como lengua extranjera. Si alguien sabe más al respecto, le animo a lo comparta en los comentarios.

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Forma y fondo en las presentaciones orales

Como ya comenté en otra entrada, en las clases de Metodología II hemos estado hablando mucho sobre las presentaciones orales, tema que ha despertado mucha polémica por varios motivos, cosa que ha desencadenado unos debates muy interesantes.

El primer motivo es que nos costó mucho ponernos (más o menos) de acuerdo sobre qué es ser un buen orador. Los puntos más conflictivos fueron “ir bien vestido”, “hacer preguntas para captar la curiosidad del público”, “postura corporal abierta”, “utilizar un lenguaje claro”, entre otros. Sinceramente, me sorprendió mucho tanta oposición a todas estas variables, tal vez porque en mi formación como traductora e intérprete ya analizamos que cómo se cuentan las cosas tiene repercusión en la manera en que nuestro mensaje llega al receptor. Creo que se interpretó que una exposición oral solo puede ser buena si cumple estas variables e, incluso, que cumpliendo estas variables ya se tiene una exposición oral buena. Por supuesto, no defiendo que eso sea así. Pero sí que creo que se si se tienen en cuenta todas estas cuestiones estás ayudando a que tu mensaje (que por descontado tiene que estar bien estructurado, ser interesante y ser relevante) llegue mejor al público. Sobre todo, si el público en cuestión está ahí por obligación y no le interesa nada lo que les vas a contar.

También me dio la sensación de que se estaba diciendo, de una forma implícita y tal vez muy sutil, que fijarse en estas cuestiones de “forma” resulta superficial y lo que importa es el “fondo”. En mi opinión, esta división entre “forma” y “fondo” no existe en las exposiciones orales: tan importante es lo que lo que decimos como cómo lo transmitimos.

En ese mismo momento estaba leyendo “Saber hablar”, de Antonio Briz, y él pone mucho énfasis en que cuando hablamos no lo hacemos para nosotros, sino para nuestros receptores y es una muestra de respeto hacia ellos ponerles las cosas más fáciles: controlar el tiempo, estructurar bien el mensaje, resaltar las ideas más relevantes; pero también ir correctamente vestido para la situación en la que estamos, que nuestros gestos no despisten en lugar de ayudar a la comunicación y utilizar formas de la retórica para atraer la atención de nuestros oyentes, entre otras condiciones que menciona en su libro.

Otro de los motivos por el que este tema ha resultado polémico es porque se oyó alguna voz que preguntó para qué hacíamos eso y por qué era tan importante que aprendiésemos a hablar bien en público. Creo que estas son unas cualidades básicas para ser profesor: la mayoría de los que yo considero los mejores profesores que he tenido no destacaban por saber mucho o porque su materia me gustase especialmente, sino porque eran grandes comunicadores y hacían que su materia resultase interesante incluso a adolescentes hormonados. Como profesores, nos comunicamos todo el rato con nuestros alumnos y, por mucho que nos pese, muchos de estos alumnos no querrán atender a los mensajes que les intentamos hacer llegar. Si hacemos que otros elementos no distraigan la atención, quizás logremos que nuestros aprendan más y mejor.

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Zidane y las presentaciones orales

Veo a Zidane por la tele y me acuerdo de nuestra profesora de Metodología II, Carmen López. Es una asociación extraña de ideas, lo sé, pero que aclaré a continuación.

Estos días hemos estado discutiendo en clase bastante sobre la interacción y la producción oral, sobre cómo integrarlas en clase y, además, sobre cómo realizar producciones orales eficazes, porque esta semana los alumnos tenemos que realizar una presentación oral para la evaluación.

Una de las ideas que destacó la profesora Carmen López es que en estas presentaciones es importante cerrar bien y que la idea principal de la presentación se presente (o repita) al final, ya que la audiencia las recuerda mejor. En el momento que explicaba esto, yo no le di mayor importancia (creo que ni siquiera lo anoté en mis apuntes), sin embargo, esa noche, al ver a Zidane en las noticias lo recordé. Yo no soy muy futbolera, la verdad, pero sé que Zidane fue un buen jugador de fútbol. Sin embargo, muchos lo recordamos por el cabezazo a Materazzi en el Mundial de fútbol de 2006. Último partido, (prácticamente) último minuto. Es un poco triste, ¿no? Toda una carrera empañada por un cabezazo.

Eso me hizo recordar lo dicho por Carmen López y cómo un final de esos de «ya está» puede estropearte una presentación en la que las ideas han ido discurriendo lógicamente. La audiencia, para que estamos realizando esa producción oral, puede tener la sensación de «¿y así se acaba esto?». O quizás el planteamiento es erróneo, es al revés:  una presentación en la que las ideas discurren lógicamente no puede acabar con un «ya está» (digo «ya está» exagerando un poco, soy consciente de que nadie acaba así).

¿Y nuestras clases? ¿Cómo las acabamos? Creo que es importante que los alumnos también tengan la sensación de «hoy he aprendido esto» y eso normalmente se logra si la sesión está bien planificada y acaba de una forma «redonda». Creo que es importante acabar las clases haciendo que nuestros alumnos sean conscientes qué se ha trabajado durante ese día, para que puedan desarrollar sus estrategias de aprendizaje autónomo. Probablemente, este es uno de los muchos errores que cometía en mis sesiones como auxiliar de conversación: como no temporalizaba correctamente, en muchas ocasiones acababa corriendo y sin cuidar las formas, cosa que descolocaba bastante a mis alumnos.

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Trampolín vs. corsé

Hoy, en clase de Metodología III, el profesor Ernesto Martín Peris ha dicho algo que me ha resultado muy inspirador: “el programa es un trampolín y no un corsé”.

Creo que estas dos metáforas ilustran muy bien lo que nos estaba intentando explicar: que, si bien es necesario planificar las clases para que funcionen óptimamente, hay que estar abierto a “imprevistos”. Durante las tareas van surgiendo necesidades de contenido y de forma que los alumnos quieren solventar. Estas se deben afrontar como necesidades de aprendizaje y, además, se trata de necesidades que tenemos que trabajar, puesto que se dan en un contexto significativo, es decir, al alumno en ese momento le preocupa cómo se dice eso que quiere comunicar y le preocupa retenerlo y adquilirlo, porque en esa situación ve sentido al aprendizaje de ese exponente lingüístico.

Como docentes, creo que tenemos que ser flexibles y estar abiertos a estos “cambios de tema” y, sobre todo, estar preparados para ellos. Ya que no podemos prever todo lo que puede surgir en clase, al menos sí que deberíamos buscar recursos para que esa necesidad que pueda surgir no se quede sin respuesta. Y, ante todo, no tener la sensación de que nos están «chafando» la planificación, sino estar contentos de que los alumnos tengan ganas de explorar y buscar nuevas formas de expresarse.

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Mapa mental de Conceptos Fundamentales

Para realizar el mapa mental que ordenase los conceptos adquiridos en la asignatura Conceptos fundamentales en didáctica de lenguas extranjeras hemos utilizado la herramienta digital C-Map Tools. Es un programa gratuito para estudiantes e instituciones educativas que permite realizar mapas mentales de forma muy libre y, además, que además se pueden personalizar mediante los formatos. En comparación con otras herramientas para crear mapas mentales, como podría ser X-Mind, creo que C-Map Tools permite mucha más combinación de flechas y nodos, mientras que los mapas mentales realizados con otros programas deben seguir un estilo más rígido. Como inconveniente, creo que C-Map Tools debería incorporar algún sistema para poder controlar el formato de la página y, de este modo, tener más presente cuál será el resultado final una vez el mapa esté impreso. Debo decir, sin embargo, que me ha gustado mucho este programa y creo que lo utilizaré cuando tenga que realizar otros mapas mentales.

En mi grupo, integrado por Diego Gaete, Alfredo López y yo, Laura Acosta, hemos situado en el centro del mapa como idea de partida el concepto de la Competencia comunicativa, formulado por Hymes en el año 1971. Creo que este concepto es clave para la idea de lengua que tengo y que quiero enseñar a mis futuros alumnos: la lengua como herramienta para comunicarnos, así los alumnos no deberán conocer solo la lengua, sino también la habilidad para usarla de forma que sea formalmente posible, real, apropiada y factible. Este concepto es desarrollado por el mismo autor en el modelo de análisis sociolingüístico del discurso S.P.E.A.K.I.N.G.: en este modelo Hymes analiza todos los factores que entran en juego en la interacción lingüística. Así, la S se refiere al escenario (scene), la P a los participantes (participants), la E a la finalidad (end), la A a los actos de habla (speech acts), la K a la clave (key), la I a instrumentos (instrumentalities), la N a la normas (nomrs) y la G al género (genre). Tanto el concepto central del mapa mental como la formulación de este concepto están en el mismo tono de amarillo.

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Presentación del Diario de Aprendizaje

El viernes tuve que presentar el Diario de Aprendizaje realizado para Metodología I. Fue una presentación un tanto extraña en relación a cómo la percibí, pero ahora la recuerdo y estoy bastante contenta con el resultado.

Además, era la primera vez que utilizaba Prezi y tengo que decir que quedé muy sorpendida por lo fácil que es utilizarlo y lo «resultonas» que quedan las presentaciones solo aplicando un par de tonterías. También es verdad que es muy fácil abusar de efectos, giros y zooms, y que al final nos quedé una presentación no apta para personas que no se hayan tomado una biodramina.

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Actividades Diario de Aprendizaje

Secuencia didáctica

Hoy he tenido que presentar dos trabajos para Metodología I: una secuencia didáctica y la presentación del diario de aprendizaje.

La secuencia didáctica la debería de haber presentado en diciembre, pero por cuestiones personales no podía trabajar en grupo y la he presentado ahora sola. Aunque trabajar en grupo es más lento y cuesta ponerse de acuerdo, he echado mucho de menos la discusión con los compañeros, que te hacen ir más allá y negociar los contenidos. Creo que en eso he perdido mucho, porque esta era la primera secuencia que preparábamos y siento que habría aprendido más si hubiese tenido la oportunidad de discutir con alguien.

Le di bastantes vueltas a qué quería hacer y cómo, y al final me decidí por hacer una secuencia sobre el uso del Futuro. Esta es la presentación:

Después de la presentación, las profesoras Carme Arbonés y Begoña Montmany me han hecho los siguientes comentarios:

  1. Falta la temporización.
  2. Hay una actividad (¿qué seré de mayor?) que no expresaríamos en futuro, sino que utilizaríamos la perífrasis quiero + infinitivo.
  3. Hay muchas actividades sobre el uso del futuro, pero no trabajo otros contenidos que también harán falta para la tarea final como pueden ser los comparativos, los superlativos, expresiones temporales de futuro, léxico, etc.

Por todos estos comentarios, me he quedado un poco con mal sabor de boca y  he decidido rehacerla, incorporando estas sugerencias. Este es el resultado:

He intentado temporizar las sesiones, pese a que creo que es muy difícil hacerlo sin preparar todas las actividades al completo, para poder ver todos los pasos que tendrían. He eliminado la actividad «¿qué seré de mayor?» y he añadido otras que sirvan para la tarea final, por ejemplo, para trabajar vocabulario o los comparativos. Aún le faltaría mucho más trabajo, pero quería ver, aunque fuese un poquito, cómo afectarían los cambios que me han sugerido las profesoras. Ahora veo que la secuencia es un poco más completa, que no me quedo solo en el aspecto gramatical y que intento guiar más a los alumnos para la tarea final. Aún así, como ya he dicho, me faltaría mucho trabajo por hacer para que la secuencia estuviese completa, ya que esto es solo el planteamiento.

¿Os animáis a proponerme más cosas que se puedan mejorar?

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Diario de Aprendizaje

El buen profesor

Todo el mundo que se dedica a la enseñanza tiene un referente: ese profesor que nos enseñaba de una manera especial que nos hacía querer aprender más y más. Algo similar al «yo, de mayor, quiero ser así». Y es inevitable hacernos una pregunta: ¿por qué me gustaba ese profesor? ¿Qué características tenía que me hacían pensar que era un buen profesor? ¿Qué hace de alguien un buen profesor?

En Metodología I estuvimos reflexionando al respecto al principio de curso pero hasta ahora no me he atrevido a publicar mis reflexiones. Aunque en clase estuvimos viendo algunos perfiles de buen profesor, creo que es muy difícil hacer una caracterización de este tipo, porque cada persona tiene sus propias expectativas de cómo es un buen profesor. Todos hemos vivido esa situación en la que entre compañeros de clase discutimos por qué o por qué no nos gusta un profesor.

Creo que esto se debe a varios motivos. En primer lugar, tal y como comentan Williams y Burden en Psicología para profesores de idiomas, cada alumno tiene unas expectativas de cómo debe ser la enseñanza y estas expectativas pueden chocar con las del profesor y crear conflictos. Además, no solo las expectativas influyen, cada alumno tiene un estilo de aprendizaje que quizás no se corresponda con el tipo de enseñanza que realiza el profesor. Finalmente, creo que no debemos olvidar que trabajamos con personas y, como es común en las relaciones interpersonales, la personalidad y la afinidad influyen.

Personalmente, siempre he sentido fascinación por los profesores que te hacen tener la sensación de que estás descubriendo cosas. Ellos tienen clarísimo hasta dónde te quieren llevar, pero no te lo muestran, sino que te van guiando, paso a paso, hasta que llegas al fin por ti mismo y puedes ver el recorrido que te ha llevado hasta ahí. Por eso, cuando en clase de Metodología I nos dijeron que escogiésemos una palabra para describir a nuestro profesor ideal, yo elegí la palabra «guía». Creo que la seguiría eligiendo aunque ya hayan pasado casi 3 meses desde esa pregunta. Y, quizás, esa es la sensación que me gustaría dejar también a mis futuros alumnos. Si pudiese elegir una situación futura ideal, me gustaría trabajar con los alumnos de manera en la que fomente su trabajo autónomo: ayudarles a descubrir, darles empujones cuando se estanquen y mostrarles todo lo que han evolucionado.

Y, como he dicho anteriormente, creo que todo el mundo tiene su propia visión de su buen profesor. Así que  me gustaría saber: ¿cómo es el vuestro?

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Reflexiones durante mi formación

La presentación de Gramática Pedagógica

A mediados de noviembre acabamos la asignatura de Gramática Pedagógica, impartida por Sergi Torner y Ernesto Martín Peris. Debo decir que por el título me esperaba otra cosa (creo que a muchos de mis compañeros les sucedía lo mismo), pero el primer día Sergi Torner nos aclaró que solo dedicaríamos un par de sesiones a hablar de problemas concretos de la gramática del español y nos íbamos a dedicar más a observar diferentes enfoques de la gramática, para poder utilizar un enfoque u otro en nuestras explicaciones gramaticales en clase. Así, cuando tuviésemos dificultades al explicar algún fenómeno particular, supiésemos afrontarlo desde diferentes perspectivas y ver cuál nos conviene más desde un punto de vista pedagógico. Sinceramente, este planteamiento me ha sorprendido y, además, ha hecho que abra mis opciones y mis miras a la hora de explicar un fenómeno gramatical, por ejemplo, plantéandome intengrar la gramática cognitiva o el análisis del discurso en las explicaciones gramaticales. Quizás sí que me han faltado algunos ejemplos más (y más concretos), pero supongo que el tiempo también apremia en algunas situaciones.

Una de las tareas que debíamos realizar para la asignatura era leernos una serie de artículos sobre un tema y hacer una presentación en la que agrupásemos las ideas contenidas en estos artículos. Nuestra presentación era sobre la Gramática pedagógica en el enfoque comunicativo. El resultado fue este:

No lo cuelgo porque piense que esté especialmente bien, sino porque creo que podríamos haberlo hecho mejor. Hicimos el esfuerzo de presentar todos los artículos juntos y fue una labor muy difícil, pero hubo un momento en el que nos «colapsamos» y nos quedamos ahí, no supimos ir más allá. Sí, había un esquema global, pero creo que no iterrelacionamos lo suficiente los artículos. Lo curioso es que esto lo veo ahora: el día de la exposición estaba muy contenta con el resultado. Además, era la primera vez en mi vida que hacía un Power Point (os parecerá increible, pero es así) y creo que me queda mucho por aprender en el arte de preparar presentaciones, empezando por la idea básica de no poner demasiado texto en cada diapositiva.

Todo esto me ha hecho plantearme varias ideas:

  1. Tengo que buscar tutoriales sobre cómo hacer bien una presentación: quería que mis compañeros pudiesen leerse la presentación en un futuro y acordarse de lo que les contamos, pero me pasé con el texto.
  2. Cuando estábamos preparando los contenidos estuvimos bromeando sobre la idea del filtro afectivo, de la que habíamos estado hablando esa semana en Adquisición de Lenguas. Creo que realmente nuestro bloqueo fue un «filtro afectivo», en el sentido de que llegamos a un punto en el que le habíamos dado tantas vueltas al mismo asunto que no supimos alejarnos y ver nuestra presentación desde fuera. Probablemente si la hubiésemos realizado con un poco más de tiempo para dejarla «reposar» un par de días para luego volver a ella nos habría salido mejor.
  3. He estado pensando también en la forma de evaluar. Sí, es cierto que debemos poner fechas límites, porque si no todo se podría alargar eternamente en el tiempo, pero estos días me estoy preguntando muchas cosas sobre el tiempo de maduración que necesitamos cada alumno. Quizás algunos alumnos necesitamos más tiempo para poder ir más allá, para poder alejarnos y acercarnos a las ideas que se nos proponen. ¿Cómo se puede compatibilizar esto con el hecho de tener que evaluar unos conocimientos?